José Ramón Mariño de Economistas sin Fronteras en ZarautzOn

Tenemos una nueva propuesta para el martes, 23 de marzo

La uberización del trabajo

PONENTE


José Ramón Mariño
Se define como fundamentalmente Economista, aunque ha estudiado también agronomía. Si bien su trabajo convencional es en la Hacienda alavesa, su preocupación intelectual se centra en los tratados de comercio internacional, la fiscalidad internacional, la renta básica universal, las alternativas al capitalismo y la política industria y modelos productivos. Este académico activista canaliza estas inquietudes a través de ATTAC, Econonuestra, Asociación de economía crítica, Euromemorandum y Tax Justice Network.









José Ramón Mariño,
Economistas sin Fronteras

CONTEXTO

El mundo del trabajo está cambiando completamente para volverse cada vez más independiente, multitarea y temporal. Estamos ante el paradigma de la economía colaborativa o, como lo ha llamado Peter Fleming, la era de la uberización del empleo. Esta redefinición de las funciones y las formas en las que se produce la actividad económica trae beneficios para los usuarios pero consecuencias preocupantes para los trabajadores.

El término uberización hace referencia a la start-up estadounidense Uber, valorada en 50.000 millones de dólares, que se ha convertido en el máximo exponente de economía colaborativa. Esta aplicación pone en contacto a personas que necesitan hacer un trayecto dentro de la ciudad y no disponen de vehículo con otras que realizan el mismo trayecto y aportan su vehículo y servicio a un precio muy competitivo. Algo similar ocurre con la aplicación Airbnb, que conecta a personas que necesitan un alojamiento temporal y otras que ofrecen sus casas, o la plataforma Sharing Academy, que pone en contacto a profesores con alumnos para recibir clases particulares.

De esta manera, los intermediarios entre el usuario y el proveedor desaparecen, lo que supone una disminución del precio del servicio para el usuario y, por parte del proveedor, la posibilidad de llegar a muchos más clientes de una forma sencilla y poco costosa. Este fenómeno está afectando cada vez más áreas dentro de los servicios y comienza a invadir poco a poco a la totalidad del mercado laboral. Se trata de una revolución del fenómeno freelance, donde clientes y proveedores encuentran en estas plataformas digitales un lugar donde contratar y ofrecer servicios de una manera ágil y directa.

Sin embargo, no todo lo que brilla es oro. Esta tendencia tan beneficiosa para el usuario, que dispone de un extenso menú de opciones para elegir el proveedor que más le convenga y al mejor precio, trae preocupantes consecuencias para los trabajadores.

En primer lugar, constituye un reto para los derechos laborales: la protección frente a contingencias como la enfermedad o la discapacidad queda excluida. Esta fórmula, donde el proveedor es perfectamente intercambiable, tampoco tiene en cuenta los períodos necesarios de descanso o vacaciones.

En segundo lugar, se estima que en pocos años la fuerza laboral estará compuesta por un elevado porcentaje de autónomos y falsos autónomos. Vivimos en una época en la que trabajos cualificados están siendo subcontratados de formas que eran impensables (e ilegales) no hace tantos años. Hay compañías aéreas como Ryanair cuyos pilotos son en un 70% autónomos, un ejemplo extremo de falsos autónomos, y en países como Reino Unido y EEUU el número de autoempleados ha crecido muy rápidamente, y se estima que la fuerza laboral estará compuesta en sus tres cuartas partes por personas que trabajarán en estas condiciones.

En tercer lugar, toda esta “libertad” a la hora de trabajar trae como consecuencia sueldos más bajos. Según un estudio de 2016 de la Resolution Foundation, los trabajadores autoempleados cobran menos en la Inglaterra de ese año que lo que un trabajador medio percibía en 1994. Igualmente, los autónomos han perdido un 22% de sus ingresos desde 2008 hasta 2014, y las condiciones reales en las que desempeñan su trabajo provocan que no tengan ni derecho a baja ni a vacaciones y no puedan contribuir a su pensión.

En cuarto lugar, los trabajadores asumen costos que no les competen. Por ejemplo, adquisición de material con el que realizar el trabajo, software, desplazamientos para realizar las tareas, etc. El caso extremo sería Uber, donde el empleado (“socio”) debe asumir todos los gastos, desde la licencia para operar hasta el del mismo vehículo, sus reparaciones, etc.

Finalmente, sólo los más habilidosos tendrán una alta demanda y quienes no se adapten al cambio quedaran afuera del mercado laboral. ¿Estamos preparados para afrontar la uberización del mercado laboral?